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Una pensión de vejez



al otro lado de la línea

Adultos mayores venezolanos cruzan a Pacaraima por la frontera sur. Buscan la
prestación de pago continuo, un beneficio universal otorgado a personas en
condición vulnerable en Brasil. Esta es la historia de cinco migrantes, mayores
de 60 años, que buscan mejores condiciones de salud al otro lado de la frontera.

Por Morelia Morillo

En Brasil empezaron a verse con más frecuencia migrantes venezolanos de más de
60 años desde finales de 2022. A Jesús de Bobadilla, sacerdote de la Diócesis de
Roraima en Pacaraima, le preocupó que llegaran al comedor de la iglesia no solo
por un plato de comida, sino también en busca de medicinas y exámenes médicos.

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La necesidad creció, y Bobadilla y su equipo crearon un lugar para la atención
exclusiva de hombres ancianos: la Casa de la Juventud Prolongada de la Pastoral
de Idosos en Pacaraima, en la frontera con Venezuela. La inauguraron el 14 de
junio de 2023. En portugués idoso significa anciano y tiene connotación de
derechos, como atención preferencial y protecciones legales.

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La nueva casa de la Pastoral de Idosos recibe alrededor de 50 hombres a diario.
Ahí desayunan y almuerzan, reciben terapias físicas, ven películas, hacen
manualidades, juegan pool, dominó, conversan, cuelgan una hamaca y descansan. A
media tarde, regresan a su casa o albergues si son refugiados o migrantes.

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La revisión de una pila de carpetas permite constatar sus condiciones de salud y
requerimientos: alergias, asma, dolores musculares, problemas circulatorios,
dificultad para escuchar, dolor en la columna, hipertensión, hernias inguinales,
afecciones de la próstata, problemas renales, visuales, hepáticos, artrosis de
cadera. Requieren loratadina, salbutamol, dipirona, losartán, diuréticos,
prótesis auditivas, operaciones de cataratas, de hernias inguinales,
tratamientos para el hígado… Al menos una persona manifestó estar en situación
de calle y las respuestas de varios de ellos en las entrevistas psicosociales
muestran signos de depresión, comenta Damiana Rebolledo, venezolana y
coordinadora de la Casa, historias en mano.

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La mayoría se desempeñaba en oficios diversos o eran profesionales en Venezuela:
“Hay ingenieros, médicos, gente que ha tenido muy buena vida en Venezuela, pero
lamentablemente eso declinó. Entonces, han huido de la situación. Otros que son
bastante carentes de recursos, entonces han escapado de Venezuela”, explicó.



Vista interna de la sede de la Pastoral de Idosos de Pacaraima, Casa de la
Juventud Prolongada | Fotografía de Morelia Morillo.

Lo que Rebolledo ha comprendido es que migran “por el abandono de la misma
familia, muchos vienen solos, otros vienen siguiendo a sus hijos que ya se han
adelantado a otros estados, otros vienen a trabajar”. Según explica, hay quienes
vienen también por la oportunidad de recibir la prestación de pago continuo
(BPC, por sus siglas en portugués), un beneficio mensual gubernamental,
individual, no vitalicio ni transferible, que la Constitución Federal de Brasil
garantiza para las personas con 65 años o más que demuestran no tener recursos
económicos para sostenerse o ser sostenidos por sus familias.

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En concreto: reciben mensualmente 1.320 reales brasileños, en promedio 264
dólares, como prestación. Por ley, este beneficio debe someterse a una
evaluación cada dos años. El beneficio resulta atractivo para los beneficiados
María Amada Rojas y Manuel González, entrevistados en Boa Vista. La pensión por
vejez en Venezuela, otorgada por el Instituto Venezolano de los Seguros
Sociales, es de 130 bolívares mensuales (3,6 dólares, a finales de febrero de
2024), más el equivalente a 25 dólares para aquellos registrados en el Sistema
Patria, beneficiarios del Bono de Guerra Económica, de acuerdo con el anuncio
gubernamental de enero 2024.

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El grupo atendido para mediados de diciembre de 2023 tenía aposentaduría, es
decir, la prestación de pago continuo. “Por eso vienen tantos ancianos de
Venezuela solos del estado Bolívar, pero también de otros estados: Anzoátegui,
Monagas, Sucre… Porque saben que acá (en Pacaraima, Brasil) van a tramitar a la
BPC”, explica Rebolledo. “Eso no lo tramitamos nosotros”, aclara.

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En otros lugares, como en el Centro de Referencia de Asistencia Social João
Rosas De Almeida, en Pacaraima, también comenzó a notarse el cambio demográfico
de los migrantes. Este centro es una institución pública en Brasil que ofrece
servicios de atención social a la población y facilita el acceso a beneficios
gubernamentales, como la inscripción en el Registro Único, que recopila
información sobre las familias de bajos ingresos y es uno de los requisitos
indispensables para recibir el BPC.

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Según los datos oficiales del Centro de Referencia de Asistencia Social para
agosto de 2023, de 120 idosos que atendían en Pacaraima, 96 eran venezolanos. De
4,5 millones de personas que recibían este beneficio en 2020, solo 309 eran
venezolanos, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR). Para ese momento, el ACNUR consideraba importante profundizar en “las
razones de la reducida tasa de participación de los venezolanos en esos
programas sociales”.

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Hasta noviembre de 2023, Brasil era el tercer destino con más venezolanos
refugiados y migrantes con necesidad de protección internacional, de acuerdo con
la plataforma R4V. Iván de la Vega, director del Laboratorio Internacional de
Migraciones de la Universidad Simón Bolívar, fue uno de los primeros en
describir las características de la migración venezolana a partir de 2013: “Se
trata de una emigración a zonas del borde fronterizo, que no es la mejor zona.
Eso es un cambio significativo del patrón migratorio asociado a la continuación
del deterioro progresivo de los ámbitos sociales, económicos y políticos”.

Las personas mayores también enfrentan con frecuencia el reto de vivir en
situación de calle al llegar a Boa Vista, Brasil | Fotografía de Benjamín Soto
Mast.

Una tendencia nacional

La llegada de personas mayores no es casual, pero sí inusual en Pacaraima, donde
la principal actividad económica es el comercio concentrado sobre y alrededor de
la BR174, la vía que conecta con Venezuela y Boa Vista, la capital del estado de
Roraima en Brasil, a 230 kilómetros de distancia de la frontera.

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Hasta hace 10 años, el comercio pacaraimense respondía a las demandas de los
turistas venezolanos y extranjeros que visitaban la Gran Sabana, ubicada en el
sector oriental del Parque Nacional Canaima en Venezuela. Era sitio de
suministros para buscadores de fortuna, como documenta Francilene dos Santos
Rodrigues en Nacionalidade no pensamento social brasileiro e venezuelano e o
lugar Guayana.

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A partir de entonces, en la medida en que cayó ese turismo, los comerciantes
sustituyeron los souvenirs —vasos, sombreros y franelas— para responder a la
demanda básica de los habitantes de Santa Elena de Uairén, la población en el
lado venezolano de la frontera, y las urgencias de los refugiados y migrantes
venezolanos. Este proceso de transformación ha sido documentado por periodistas
locales y algunos medios nacionales.

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Los anaqueles se llenaron de víveres alimenticios de primera necesidad,
sandalias de goma, zapatos deportivos, morrales. En las cajas y calles se
ofrecen chips de líneas telefónicas brasileñas y servicios de cambio de moneda.
Cada vez hay más farmacias: en 2017, había dos, la del Doctor Cruz y la Vírgen
de Fátima; en diciembre de 2023, hay siete.



La bicicleta es el vehículo más popular entre los venezolanos en Boa Vista,
Brasil. Es también uno de los medios de transporte al alcance de las personas
mayores. En Pacaraima, en cambio, se mueven a pie, pues no hay ciclovías ni
transporte público | Fotografía de Benjamín Soto Mast.

El flujo migratorio, producto de la crisis política y económica en Venezuela, ha
sido determinante. Desde 2018, a un costado de ese tramo vial se armó un
complejo de carpas blancas donde funciona el Puesto de Triaje de la Operación
Acogida, la acción del Gobierno y el Ejército brasileño, el Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados, otras agencias de la ONU y
organizaciones no gubernamentales, en respuesta a la corriente migratoria
venezolana. Justo al lado del Puesto de Triaje está el Abrigo BV8, el primero de
una serie de alojamientos temporales en el estado de Roraima.

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De acuerdo con el Perfil de abrigos en Roraima, 7.502 venezolanos vivían a
principios de este año en los lugares de alojamiento temporal en Pacaraima y Boa
Vista. Del total, 238 tenían más de 60 años: 3,17% de la población refugiada.

Las personas mayores, en situación regular en Brasil, tienen derecho a los
beneficios, servicios, programas y proyectos del Sistema Único de Asistencia
Social | Fotografía de Benjamín Soto Mast.

Derecho de refugiados y migrantes

De acuerdo con los registros de Rosana Baeninger, consultora del Centro
Latinoamericano y Caribeño de Demografía, 2.345 brasileños residían en Venezuela
en 1971. En 1990 esa población aumentó a 4.223. Recientemente se revirtió
radicalmente el sentido migratorio.

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Francilene Rodrigues, investigadora de la Universidad Federal de Roraima, señala
que los flujos migratorios de brasileños hacia Venezuela ocurrieron por
situaciones puntuales: el desarrollo del complejo industrial de Ciudad Guayana
en la década de 1970, el período dorado de la minería en Roraima en Brasil y la
prohibición de la minería en esas áreas indígenas en la década de 1990 —esto
llevó a los garimpeiros a internarse hacia Venezuela—; por último, la
proliferación del comercio informal de combustible en Santa Elena de Uairén.

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En la actualidad, los migrantes y refugiados residentes en situación regular en
Brasil tienen derecho a todos los beneficios, servicios, programas y proyectos
del Sistema Único de Asistencia Social, en igualdad de condiciones con los
nacionales. Deben acudir al Centro de Referencia de Asistencia Social e
inscribirse en el Registro Único (Cadastro Único Brasilero), de acuerdo a la
información oficial recibida a través de una solicitud de información que
realizamos para este reportaje.

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En 2012, el Juzgado 21 Federal de la Sección Judicial del Distrito Federal
ordenó al Instituto Nacional de Seguridad Social abstenerse de rechazar
solicitudes de beneficios asistenciales exclusivamente por razón de la
nacionalidad de los solicitantes, a fin de garantizar que las personas mayores o
incapacitadas reciban la prestación de pago continuo en todo el territorio
nacional.

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La declaración expresa que el desconocimiento de las políticas públicas
brasileñas y el idioma portugués constituyen desafíos para los refugiados y
migrantes. Por tanto, abogan por la colaboración de expertos y la contratación
de profesionales provenientes de los propios grupos migrantes.

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Para residir de forma regular en Brasil, los venezolanos deben seguir el proceso
de documentación que se inicia al sellar el ingreso al país en el despacho de la
Policía Federal y continúa en el Puesto de Triaje de Pacaraima. Brasil ofrece la
opción de entrar como refugiados u optar por la residencia temporal. Los
refugiados o migrantes deben gestionar de inmediato su tarjeta del Sistema Único
de Salud y el Registro de Persona Física (similar al Registro de Información
Fiscal, RIF, venezolano).

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La prestación social, prevista en la Ley Orgánica de Asistencia Social —explica
la orden oficial—, cubre tanto a personas mayores de 65 años como a personas con
discapacidad de cualquier edad, siempre que esa condición le cause impedimento
físico, mental, intelectual o sensorial durante al menos dos años, que limite su
participación plena y efectiva en la sociedad.

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El ingreso de quien aspire a la prestación de pago continuo debe ser igual o
inferior a un cuarto del salario mínimo (330 reales que equivalen a 66 dólares)
y los discapacitados deben hacer una evaluación médica y social en el Instituto
Nacional de Seguridad Social.

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Mientras la migración de adultos mayores venezolanos aumenta, Leidy Oliveira,
responsable del Centro de Referencia de Asistencia Social en Pacaraima, comenta
que los adultos mayores brasileños residentes de esa localidad han dejado de
solicitar el auxilio de la institución, encuentros de socialización, medicinas y
la canalización de la pensión, por creer que se trata de un sitio de ayuda a los
migrantes.








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